LOS ROSTROS DEL 11-M

Este proyecto es un reconocimiento a la superación, a la resiliencia , y un pequeño homenaje a aquellas personas que fueron asesinadas en dichos atentados. Queremos agradecer a las personas que han querido participar voluntariamente en este proyecto, su valentía y generosidad al exponer tanto su rostro como su testimonio. De esta forma, acercamos a la sociedad la realidad actual de las víctimas del terrorismo, personas anónimas, que en mayor o menor medida, han de superar a diario las secuelas con las que aún conviven.

Eloy
Eloy recuerda dos situaciones especialmente difíciles tras sufrir el atentado. En primer lugar, cuando regresa a casa tras su paso por el hospital, recuerda tener miedo a ver a otras personas y que le vieran. Otro momento especialmente duro fue cuando comprendió que no podría volver a trabajar. Pese a esto, manifiesta que aprendió acerca del valor de la familia y de unos pocos y buenos amigos, quienes estuvieron a su lado incondicionalmente. Aprendió que no se puede planificar todo en la vida, y que pase lo que pase, siempre hay que seguir caminando. Eloy se siente muy orgulloso de la familia que ha construido, así como de haber puesto en marcha hace años esta Asociación. Ahora, 16 años después del atentado que le cambió la vida, mira hacia el futuro con esperanza de poder conocer la verdad de lo ocurrido aquél fatídico día, así como seguir viviendo con buena salud, para poder ver crecer a sus hijos y nietos.
Ángeles
Para Ángeles, que en el momento que sufrió el atentado tenía 50 años, recuerda con dolor el sentimiento de culpa que le inundó por haber sobrevivido al atentado. Recuerda que se preguntaba a sí misma porqué sobrevivió ella y no otras personas, y aunque de forma consciente conseguía darse respuesta, las emociones y sentimientos de culpa eran muy fuertes. Recuerda también los esfuerzos que tuvo que hacer por volver a ser la misma que era previamente. Pese a todo el dolor sufrido durante tantos años, indica que, si algo aprendió de lo vivido, fue a valorar el tiempo y las pequeñas cosas. A día de hoy, se siente muy orgullosa de su familia y de haber participado en la creación de la Asociación, mientras mira al futuro con el anhelo de poder saber qué ocurrió realmente aquél 11 de marzo de 2004 y de seguir manteniendo unida a su familia.
Román
Para Román, que tras la explosión de la bomba en el vagón contiguo al que viajaba, trató de rescatar supervivientes y ayudar a los heridos, recuerda con emoción que uno de los momentos más difíciles para él fue volver a casa y encontrarse con su familia. Tras esta vivencia, y con secuelas con las que aún convive, intenta diariamente aprovechar la vida. Indica que su gran deseo en la vida es sacar a su familia adelante y poder ver como sus hijos hacen realidad sus sueños.
Ángel
A día de hoy, Ángel aún recuerda con bastante claridad los minutos previos que tardó en subirse al tren. Aprendió que, en estas situaciones tan extremas, si no sabes cómo reaccionar, puedes quedarte con quien te necesita y brindarle tu apoyo. Tal y como hizo él mismo, seguramente salvando así la vida de otra persona. En sus propias palabras, no puedes rendirte, ya que por muy duro que sea, si nos rendimos, ellos ganan. Ángel se siente orgulloso de poder seguir siendo la misma persona que era previamente a los atentados, viviendo con el anhelo de que se sepa públicamente toda la verdad, y con el deseo, de que aquellas personas a las que les corresponda, protejan a la población más y mejor. Cuando mira al futuro, su deseo es seguir disfrutando de la vida junto a su familia y amigos.
Jose Enrique
Para Jose Enrique, desde los atentados, la mayoría de los momentos han sido difíciles. A los aniversarios habituales, suma la publicidad que cada año se le da al 11M, a la proliferación de noticias, al uso político del atentado .... En su caso, a su propio dolor, tiene que sumar el de su madre, que aquel 11 de marzo tuvo que enterrar un hijo. Indica haber aprendido que, independientemente de lo que pase en su vida, todos los días amanece. Que el mundo no se detiene y que nadie hará nada por ti más allá de lo que hagas tú mismo. Aprendió que básicamente hay dos tipos de personas: los que son víctimas y los que no lo son. También están los propios terroristas, que para él carecen de humanidad. Aprendió que la gente que no ha vivido esto en primera persona no tienen más que un recuerdo borroso, manipulado y en muchos casos interesado y dirigido de todo esto. Para Jose Enrique, el tiempo no cura, pero le enseña a convivir con el dolor, siendo consciente de que en momentos así, la primera persona que tiene que ayudarse es uno mismo. Su principal orgullo es haber sido capaz de recuperar algo parecido a una vida normal y de no haber perdido la perspectiva de lo que ocurrió. Una de las cosas más importantes que le enseñó aquello, es que cualquier día puede ser el último. Un infarto, un accidente, cruzarte con la persona equivocada, un atentado...... Espera vivir cada día, no como si fuera el último, pero sí como si fuera único.
Marta
Marta sufrió el atentado en la estación de Atocha, entre los andenes 1 y 2. Sin lugar a dudas, lo más duro para ella fue todo lo vivido en el atentado. Las imágenes, el ruido de los estallidos de las bombas, el salir de allí con vida…. Los meses posteriores no fueron fáciles. Le costó mucho superarlo. Cree que aún no lo tiene superado al 100%. En sus propias palabras: “Me monto en el tren, pero si hay algún incidente de que se pare por el motivo que sea…, mi cabeza automáticamente piensa que puede pasar otra vez”. Para ir a trabajar, Marta va en tren desde Leganés a Atocha y cuando llega, desea bajar del tren y salir de la estación. Los recuerdos son casi diarios cuando llega a la estación de Atocha. Sin embargo, cree que esta experiencia le ha servido para valorar más la vida y vivir el presente. Es consciente de que se necesita tiempo para asimilarlo. Cada persona el tiempo que necesite, y que se puede superar, pero no olvidar. Actualmente, se siente orgullosa de sí misma, en sus propias palabras: “por haberlo superado (casi) aunque me acuerde a diario.”
Ariadne
Para Ariadne, los años inmediatamente después al atentado fueron los más difíciles. En sus propias palabras: “Me di cuenta de verdad de lo frágil que es la vida, de lo sola que me sentía en el mundo, de la falta que me hacía mi familia y de lo arbitrario que lo es todo. Tardé mucho en recuperar la ilusión y la sensación de seguridad, pero con mucho apoyo, lo conseguí.” También, recuerda con emoción la solidaridad de la ciudadanía. Nos comenta que si pudiera darle un mensaje a alguien que estuviera atravesando la misma situación, lo más importante sería transmitir que los momentos más duros vendrán después del suceso en sí. Cuando la adrenalina y el shock del momento desaparecen, y empiezas a asimilar la gravedad de lo sucedido. A veces puedes llegar a sentir que la magnitud de lo ocurrido no te cabe en la cabeza. Un pensamiento lleva a otro: sientes tristeza, desolación, confusión, culpabilidad por haber sobrevivido, por no haber sufrido más, no te sientes comprendido. Pero es importante saber que por muy intensas que sean todas estas emociones, aunque durante mucho tiempo sean lo primero en lo que piensas cada mañana o sean el leitmotiv de todos tus sueños mientras duermes, poco a poco, se irá atenuando esa intensidad hasta llegar a ser un susurro apenas apreciable con el paso del tiempo. Eso sí, reconoce que cuanto antes pidas y consigas ayuda de profesionales de salud mental, antes llegarás a bajar esa intensidad y recuperar la ilusión previa al atentado. Ariadne se siente orgullosa de quien es, de haber rehecho su vida y de haber sabido pedir ayuda en los momentos más complicados. Actualmente, mira al futuro con la ilusión de seguir formándose como persona y como profesional y, principalmente, el deseo por encima de todo educar a sus hijos para que sean ciudadanos felices, sanos, solidarios y colaboradores en la lucha de hacer que nuestra sociedad sea más inclusiva y equitativa. Y, desde luego, desea tener mucho tiempo de calidad con las personas que más ama.
Juan
Juan recuerda varios momentos especialmente dolorosos y difíciles. En primer lugar, las imágenes del IFEMA que a día de hoy aún le aturden. Nos comenta que un año después del atentado, cuando trató de volver a trabajar, comenzó para él un difícil camino. Tener que volver a usar el transporte público, junto con otros muchos síntomas propios del estrés postraumático, provocaron en Juan un gran malestar, tardando varios años en poder superar las consecuencias del atentado. A día de hoy, Juan no olvida, pero vive volcado en su familia y trabajo, admitiendo que si algo aprendió de todo aquello, fue a valorar la vida y la familia.
Hilaria
Para Hilaria, los momentos más difíciles vinieron en dos partes. Inmediatamente después del atentado, debido a la incertidumbre del momento, y luego todo el tiempo que le costó recuperarse de las lesiones y las operaciones a las que ha tenido que enfrentarse. Pese a convivir a día de hoy con lesiones, se siente orgullosa de haberlo superado. Nos comenta, que pese a haber aprendido de la fragilidad del ser humano, esto le hace valorar la vida y los momentos felices. Hilaria anhela tener una vida normal, disfrutando de su familia y amistades.
Manuela
Para Manuela, los momentos más difíciles vinieron cuando fue consciente de la magnitud de los atentados, el darse cuenta de que continuaba con vida, y decidir si volver a tener una vida más o menos normal, con todo el trabajo personal y esfuerzo que aquello suponía para ella. Recuerda como si fuera ayer la llamada que inmediatamente después del atentado hizo a su familia, contándoles la gravedad de lo ocurrido y su estado. Recuerda la gratificación de poder haber hablado con su familia antes de que los móviles dejaran de funcionar. Volver a trabajar, y sobre todo, intentar recuperar la capacidad que ella tenía en su trabajo, fue un proceso que también recuerda con grandes dificultades. Un momento muy complicado fue volver a utilizar la Renfe, recuerda ir llorando diariamente. Aceptar que había sobrevivido, pero cuántas partes de ella habían quedado muertas aquel día... Nos indica que, si tuviera que decir que aprendió de aquello, esto sería el sobrevivir con lo venga, que la vida es el presente. Aprendió que la vida merece la pena disfrutarla. Siente que la vida presiona y exige, y va perdiendo esa consciencia que tuvo en los primeros momentos. A Manuela le cuesta proyectar el futuro, desearía tener una motivación lejana, sin embargo, no consigue preparar nada de cara a futuro, ni una oposición, ni unas vacaciones. Vive el presente, tratando de cumplir lo mejor posible con sus responsabilidades, y tratando de ser feliz.
Dori
Dori sufrió graves secuelas físicas tras el atentado. Para ella, los momentos más difíciles se produjeron por la lenta recuperación de las lesiones, que implicaron no poder caminar durante un año y tener que someterse a 23 operaciones, además de no haber podido retomar la cotidianidad previa al atentado. Aprendió que la constancia y el esfuerzo tienen resultados, aunque muchas veces lo que puede apetecer sea abandonar. A las personas que puedan estar pasado por una situación similar, desearía decirles que lo importante no es lo que te pasa en la vida, sino lo que hacemos con eso que nos pasa. Actualmente, Dori se siente orgullosa de haber salido fortalecida de todo lo vivido, tanto personal como profesionalmente, y mira al futuro con el deseo de hacer lo posible para que los atentados del 11-M no sean olvidados.
Nuria
Nuria recuerda los primeros días como los más difíciles, la dimensión del atentado, la incertidumbre, la ansiedad y la preocupación. Para ella, el paso del tiempo ha sido sanador y su mejor aliado, llegando a aprender que, es precisamente el paso del tiempo un gran amortiguador del dolor. Actualmente, mira al futuro con la esperanza de disfrutar de todos los momentos felices que se presentan en el día a día.